En evidente sonrojo,
brotan los colores del rostro
señal de edad madura.
Acosa el aliento,
los bordes de la piel
con rasgos en severo
paso del tiempo.
Son dos racimos de verde savia,
cual raíces inmersas
en el húmedo, fresco limo
de frondoso y secular
"árbol añejo".
Recorren, palpan y contienen
lo que siento segundo a segundo;
minuto a minuto y,
hora tras hora.
Mientras descanso
refleja el cerillo,
del candil en las noches
la canicie del cándido pelo.
Divagando en fantasía
de diversos sucesos,
en presuroso paso.
En destellantes luces,
e intentando coger con mis manos
-Un manojo de estrellas