teníamos nuestros modos
los de esta tierra, todos,
y en alegrías o hazañas,
de expresar sentimientos
usando nuestro lenguaje,
no había quién el tono baje
al hablar con nuestro acento.
Hablábamos muchas veces
con personas importantes
y tan solo a los farsantes
se les chapaban las eses.
En el habla cotidiana
entre cuatro, tres o dos,
nos tratábamos de ‘vos’
porque el ‘tú’ era macana.
Nadie lo tomaba a mal
pues no era pecado decir:
“Camarada, viva el PIR
y el Partido Liberal...”.
No se plantaba en la esquina
quien manejaba un cacharro
atascado en medio barro
o falto de gasolina.
No lo prohibían las leyes
si por salir del aprieto
uno acudía inquieto
al carretón con sus bueyes.
Nunca inquirió a viva voz
ninguno de nuestros seres
lo de “dime tú quién eres”
sino más bien “vos quién sos”.
A nadie caía muy mal
si alguno se hacía sentir
gritando: “¡Que viva el PIR
y el Partido Liberal!”.
Las abarcas y alpargatas
usaban las gentes todas
en tiempos en que era moda
todo el mundo andar de a pata.