Con pasión todos la amamos
Y nunca la rechazamos
Ni blanco fue de una queja.
Si luz eléctrica no había,
A nadie importaba un huevo
Pues con la vela de cebo
De la oscuridad se reía.
En las calles y entre horcones,
Jóvenes, niños y viejos,
Andando llegaban lejos
Así fuese a tropezones.
Tropezar no daba miedo,
Nadie empezaba a gritar
Ni siquiera al comprobar
Desbonetados sus dedos.
Las aceras desparejas
Eran puros pozancones
Y mujeres y varones,
Gente nueva, gente vieja,
La del centro o arrabal
Andaban, el charque al ojo,
Pues podían quedarse cojos,
Por mover las patas mal.
En los tiempos de sequía
Tan cálidos y pesados
Quien no estuviese escaldado,
Prácticamente no había.
E incluso los más activos,
-según el vecino decía-
desde lejos se sentía
su rancio olor a chivo.
El agua, aún por gotas,
Se lograba en un quienvive
Puesto que norias y aljibes
Se daban como “chototas”
Grifos públicos había
Aunque en realidad poquitos
Que daban sólo chorritos
Y de sed nadie moría. (Sigue)
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