sábado, 28 de febrero de 2015

Venganza

Luciana Jáuregui J.

Tomaste mis manos

Tornadas de sangre

Limpiaste mis lágrimas

Con puñales de ira



Borraste el infierno

con cada caricia

Se reencarna tu vida

en mi paraíso

Golpeabas mi alma

Con simples palabras

Lastimo tu cuerpo

Por cuanto te amaba



Manchaste mi espíritu

Con rojo dolor

Llagas hoy quedan

Y cadenas atadas a

todo tu amor



Oscuro es el cielo

cuando amanece

Radiante es la dicha al verte morir

Aún me persiguen tus gritos de una noche

Pero tu estás atado a mi llanto de toda la vida.

martes, 24 de febrero de 2015

Lluvia sagrada

Lluvia sagrada

González Carbalho

Tiendo a la lluvia fría la mendicante mano

y amanece mi espíritu sintiendo su frescura.

Se hacen nido mis manos en la alegría pura

de aprisionar en ellas un corazón hermano.

Y el inseguro cuenco pleno de agua llovida

subo a mi boca y bebo la pureza del cielo.

–¡Agua de Dios!–exclamo, renacido al consuelo

de haber con agua virgen bautizado mi vida.

Y el alma profetiza que esta es lluvia sagrada,

amor para el que tiende su mano de mendigo;

palabra hecha de llanto que Dios dice a su amigo

el hombre que ha sufrido y ya no espera nada.

Dios bendice mis manos con lluvia de cariño,

y aunque me amargan duras tristezas de la vida,

anidando el espíritu de la lluvia caída

siento las manos nuevas como el alma de un niño.

Mañana, si un amigo me estrechara la mano,

se ha de sentir contento sin saber el motivo,

y así con mi recuerdo marchará pensativo

y tendré, por las calles del mundo, un nuevo hermano.

Y hoy, huérfano de fuerzas, cuando vaya a mi lecho,

me habré de persignar sin haberlo pensado,

y soñaré esta noche lo que nunca he soñado

porque estarán cruzadas mis manos sobre el pecho.

sábado, 21 de febrero de 2015

Después del Carnaval

Milena Montaño de Escóbar

La ciudad despierta adormecida

Somnolienta, pálida y desgreñada

Aturdida por las fiestas vividas

En largos días locos,

Ebrios de mixtura y serpentina

Que la dejaron de alcohol preñada.

Deslucido tiene el rostro

Sucio por los extremos

Fétido huele el aliento

Que la lluvia y el viento

En vano intentó

Borrar quieren ese rastro,

Este día, días después

Calles tristes y ojerosas

De opacos rayos grises

De andar pegajosas,

El acíbar de la boca

De la cerveza y el vodka

Sumergirse quiere el silencio

Después de tanta jarana

Huir de los mil ruidos bebidos

Y esconderse detrás de la luna

A vomitar el hastío,

Lejos del bullicio

Pobre ciudad mía

Duele tu pálido semblante

De risa deslucida

Ahogada en el viento

¡Mira cómo quedaste

Después del Carnaval!

martes, 10 de febrero de 2015

Canción de amor

Rainer Maria Rilke

¿Cómo sujetar mi alma para

que no roce la tuya?

¿Cómo debo elevarla

hasta las otras cosas, sobre ti?

Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,

en un rincón extraño y mudo

donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,

nos une, como un golpe de arco,

que una sola voz arranca de dos cuerdas.

¿En qué instrumento nos tensaron?

¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?

¡Oh, dulce canto!

Rainer Maria Rilke (1875, Praga, en ese entonces parte del Imperio Austrohúngaro - 1926, Montreux, Suiza) es considerado uno de los poetas más importantes en idioma alemán y de la literatura universal. Sus obras fundamentales son las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo.

ARGENPRESS CULTURAL

UN DÍA • (A Oruro)

(Por: Rómulo Quintana Soza)


Despertó...

Temblado de frío

Entumecida por el sereno

y perlada por el rocío

La cobija de niebla.

se fue levantando

del lecho montañoso

que se iba clareando.

Un fulgurante y dulce dedo,

tocó el duro y blanco río,

que descongelándose del frío,

murmuraba muy quedo.

Dos juruk’utas perdidas

en el sueño de su amor,

fueron sorprendidas

por el sol y el calor.

La quena de los tiempos

enviaba enamorada,

sus cantos más puros

a los pajonales rudos.

Lloraba la pampa...

Solitaria, impotente.

Destrozada por la canícula

de un cruel, candente

y duro sol ardiente.

Atravesando el ocaso,

la antawara mostraba,

cual sangrante y triste Pegaso,

un cielo ardiente que moría...

De plata era la cuna

en el inmenso suelo,

cuando el séquito de la luna

se extendió por el cielo.

Desde ese tiempo naciente,

cada noche es de tormento,

cada día es sufrimiento

para esta tierra paciente…