martes, 10 de febrero de 2015

UN DÍA • (A Oruro)

(Por: Rómulo Quintana Soza)


Despertó...

Temblado de frío

Entumecida por el sereno

y perlada por el rocío

La cobija de niebla.

se fue levantando

del lecho montañoso

que se iba clareando.

Un fulgurante y dulce dedo,

tocó el duro y blanco río,

que descongelándose del frío,

murmuraba muy quedo.

Dos juruk’utas perdidas

en el sueño de su amor,

fueron sorprendidas

por el sol y el calor.

La quena de los tiempos

enviaba enamorada,

sus cantos más puros

a los pajonales rudos.

Lloraba la pampa...

Solitaria, impotente.

Destrozada por la canícula

de un cruel, candente

y duro sol ardiente.

Atravesando el ocaso,

la antawara mostraba,

cual sangrante y triste Pegaso,

un cielo ardiente que moría...

De plata era la cuna

en el inmenso suelo,

cuando el séquito de la luna

se extendió por el cielo.

Desde ese tiempo naciente,

cada noche es de tormento,

cada día es sufrimiento

para esta tierra paciente…

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