Y aunque nunca le dio uso,
También mascullaba el ruso
Lo mismo que el ‘al revés’.
El al revés era idioma,
-lo llamaba él así-
que lo aprendió por ahí
en serio e igual en broma.
Con las lenguas a la carga
Siempre estaba el personaje
No porque hacía mil viajes
Siguiendo sendas no largas
Pues eran cortos destinos,
Alguna vez en dos días
Hasta viejas pulperías
O a la casa de vecinos.
Viajero de buena ley,
Soy yo, el varón decía
Y rematando añadía
En voz alta un “okey”.
De ser bravo hacía alarde,
Lo mismo que de nobleza
Pero era mala pieza
Pues siempre llegaba tarde
Hasta a serios compromisos
Con la sola explicación:
-Yo no les pido perdón
porque Dios así me hizo-.
Mas lucía ligereza
En ser siempre el primero
En decir “lo que yo quiero
Es bien fría la cerveza”.
Después armaba el embrollo
Moviendo asaz la cabeza
Y exigir con su voz gruesa
Y que esté bien tierno el pollo.
Con los postres hacía líos
Al pedir con voz potente:
-Yo lo quiero más caliente
o lo como sólo frío.
Si uno el brazo torcía
Y de hacer su gusto trataba,
Al menos agopnizaba
Y por poco no moría (sigue)