martes, 3 de julio de 2012

Madrugada

Juana de Ibarbourou

De la muerte pequeña de cada noche

Nacen puras las cosas, oh madrugada,

Por tus colores claros y por tu viento ágil

Que dispersas el embrujo de la Vía Láctea.

Contigo todo tiene aire de nacimiento,

Hasta el fuego y la tierra, hasta el polvo y el mar,

Son como recién hechos en el prodigio alegre

De tu claridad.

Bajo tu signo no se sueña, madrugada.

Espolea el deseo de moverse y cantar,

De seguir un camino con la boca encendida

Por una copla rítmica o un tarareo fugaz

E internarse de nuevo en la esperanza

Con las pupilas llenas de calidez solar.

¡Dar la espalda a la tarde, y a la noche,

Y nunca más volver a soñar!

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