Tenía la casa vieja
De una curiosa pareja
De ardiente sangre gitana.
Él era un hombre fuerte,
En especial sus sobacos,
Ella, ni usando tacos,
Cambiaba, infeliz, de suerte,
Pues según la vecindad,
Asomada a sus puertas,
Afirmaba ¡ya está muerta,
Pero muerta de verdad!...
La pareja de gitanos,
Según decía la gente,
No necesita de lentes
Para leerte las manos.
Sin embargo una beata,
A su rosario prendida,
Objetó ¡ni en la otra vida
Me lee a mi ni mis patas!...
Decía poseer fortuna
En efectivo y saneada
Y a la vez tener comprada
Una parcela en la luna.
El vecindario, en suma,
Era igual a cualquier otro
Con tipos que parecían potros
por beber trago en tutuma.
Mostraba la dueña el letrero
De una michi pulpería
En que clarito advertía
“Entre aquí… mas con dinero”.
Y picaba como ají
Esta orden asaz severa:
“Las trampas se hacen fuera
pero jamás será aquí…”
De ayer a hoy lopopeo
Ese barrio de mi infancia
Y digo sin arrogancia:
Era lindo… ¡nunca feo!...
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