Vivía al lado de mi casa,
Y aunque no tenía ni traza
¡Ay! Presumía de togado.
Se contoneaba cual un pavo
Sin a nadie dar saludos
Pues su lengua se hacía nudos
Y le temblaba hasta el rabo.
El abogado de marras
No era malo ni era bueno,
Pero su voz, como un trueno,
Retumbaba allí en las farras.
Se buscaba en él con afán
Algo grande y saliente,
Y decían “feos sus dientes
Y su manzana de Adán”.
¿Algún rasgo le cae bien?,
inquirían unos y otros…
Tal vez su pinta de potro
Y sus canas en la sien,
General respuesta era
Que muy pocos aceptaban
Y entre sí se preguntaban,
¿De dónde tanta burrera?
¿Las lleva todas consigo
o como al prudente le pasa
deja algunas en su casa
o las carga algún amigo?
Mucho de estrafalario
Llevaba encima el togado,
Es decir nuestro abogado
En su trajín rutinario.
Aunque alardeaba de cauto
En sus círculos sociales,
Un día gastó sus reales
En comprarse un viejo auto.
No viene al caso la marca,
Mucho menos el modelo,
Color negro, cual de duelo,
Saludo abierto a la Parca. (Sigue)