Glacial amanecer. ¡Cielo nublado!
El campo sin verdura, ¡todo yerto!
Y en el rastrojo del maizal desierto,
el rebaño a su suerte abandonado.
El rancho en sus techumbres escarchado,
En un seco erial trocado el huerto;
y junto a la fogata, el busto incierto
del mustio labrador desocupado.
Solo, como un milagro imponderable,
Que es protección del quichua en su cabaña
y símil de su vida inquebrantable.
Alza el tronco rugoso, con extraña
Ramazón del follaje inagotable,
el molle verde, rey de la montaña.
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