-tal vez más de éstos que aquellos-
prendidos de hocico y cuello,
hablamos mucho del perro.
Detrás de una enorme jaula
en que trinaban dos tordos,
me miraba un gato gordo
o quizás un gato maula.
-¡Zape michi-, grité al tiro
y el bicho aquel en cuestión,
con su quehacer remolón
lamió patas e hizo un giro.
Dos cosas son la pasión
de este bicho que hoy se trata:
La primera es una gata
y la segunda un ratón.
Lo apodan Michi al gato
y esta conclusión yo saco
que hay dizqué los Michis Flacos
y bien gordos y pacatos.
Dizque los ojos celestes
tiene el gato aún con capa,
mas si es varón no se escapa
aunque teñirse no cueste.
Nadie me pudo explicar,
y pregunté largos ratos.
Por qué será que el gato
nunca aprendió a gatear.
En cambio el hombre, ¡señor!
por donde va caminando
lo hace siempre alardeando
de ser un gran gateador.
Lo de gato, alguno se lo merece,
mas si es hembra y es bonita,
sino se le dice gatita
se muda o desaparece.
Un tenorio y tunante
decía con voz cascada
que con cola levantada
la gata es electrizante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario