Si me quedan fuerzas aún
en el caminar de la vida,
deseo verte otra vez en el Edén,
en aquel jardín de luces
en medio de rosas y claveles
envidiosos de tus ojos
y de tu tez caramelo.
Deseo rodearte de honores,
decirte mis pensamientos
bordados de ternura y pureza,
como ayer, cuando sólo contaban
tímidas miradas y sonrisas de cristal.
¡Oh! mi pequeña ilusión,
gigante tras los años,
preciosa joya escondida,
rodeada de ríos y bosques,
deseo verte otra vez
para ensalzar tu nombre,
para entregarte por fin
mi corazón que vive aún.
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