en que el sol, siempre ausente, nos niega su calor,
mi corazón ardiente, que es, a la vez, tan tierno,
reclama como nunca, la fuerza de tu amor.
Y en estas noches hondas, tan hondas como abismos,
tan largas, tan calladas, tan negras y tan frías,
me invade la nostalgia de mis romanticismos,
y lloro más que nunca, mis muertas alegrías. . .
Todo parece, en torno, que copie mi tristeza,
como si envuelta fuera mi dicha entre las brumas. . .
¡Si hasta en el aire creo notar la sutileza
de un llanto que se quiebra como un montón de espumas. . .!
¡Qué triste yo me siento con este sol de invierno,
que casi nunca brilla, y no nos da calor. . .!
Mi corazón ardiente, que es, a la vez, tan tierno,
reclama como nunca, la fuerza de tu amor. . .
Josefina de Cepeda y de la Hoz
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