A pesar de la constante tortura infringida a mi ego,
jamás imaginé reencontrarme con esta soledad; fui alguien nuevo.
Perfidia del deseo me envicia y lo creo, sin importar lo que sea, yo lo creo.
***
La quiero, pues de igual forma no existe sosiego, aún la quiero.
Me exilio entre palabras de un profeta, recolecto tinta con mi máscara sujeta,
y una imaginación indiscreta. Poeta, no permita que me someta a su alma hueca.
***
No sé si llamar este poema por su nombre o por un apelativo
que describa su incertidumbre, si es así diré: morena, aunque tu belleza
asombre por doquier, desatando la locura y la pesadumbre, todo concluirá
con una marcha fúnebre. Morena, no sigas, escucha a tu corazón lúgubre.
(Extracto “607 Memories”)
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