martes, 21 de febrero de 2012

‘La Sapita’

¡Vaya la gracia inaudita
que tenía la pelada
a la que en la barriada
trataban de ‘La Sapita’!

Por pálida y flacucha
le venía el apelativo
que ella, con genio vivo
y hasta la muerte de un sucha,

Aceptaba resignada;
La Sapita tenía luces
y sugerencias de cruces
en sus tan mansas miradas.


Siempre fue pelada buena,
otra como ella no había,
compartía de alegrías
y más aún de las penas.

Cuánta ternura y calor
en sus andares ponía
cuando la carne mordía
el implacable dolor.

Yo lo hice de travieso
cuando detrás de la puerta
que encontré medio abierta,
logré robarle un beso.
Muda quedó La Sapita
y yo advertí con sonrojos
que asomaban a sus ojos
dos tímidas lagrimitas.

Me sentaba junto a ella
en las noches perfumadas
y sin decir nunca nada
contábamos las estrellas.

Cuando a su casa marchaba
con temblores de avecilla,
por La Sapita amarilla
desde el alma suspiraba.

Siempre acepté con fervor
que era esta pelada
la mejor obra lograda
por la gracia del Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario