con la luna caminante
tuviese implacable duelo
y saliera esta triunfante,
así la noche cruceña
se viste de claridades:
es una moza que empeña
gloriosas intimidades.
En la noche una guitarra
une la risa y la pena,
el bondoneo desgarra
la reja de mi morena.
Me acerco a la reja y veo
brillando sus ojos moros
y proclamo sin desdoro
que en el buen Jesús, creo.
Ladra un perro sin fortuna
y el ladrido se hace coro
y se eleva hasta la luna
en homenaje sonoro.
Una anciana que transita
con el leve pie en la arena:
- ¿De dónde venís, mamita?
- De velar un alma en pena.
Y de nuevo la guitarra
punteada con fervor,
el remate de una farra,
lamento de un amador.
Cual si tuviera que ir
adonde la estrella brilla,
pretende en vano subir
un ebrio que trastabilla.
Noche bella entre las bellas,
de luciérnagas y luna,
para embriagarse de estrellas
contándolas una a una.
No había grandes jardines
y de verdad daba pena,
mas así, olía a jazmines
la noche tibia y serena.
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