Cuando veo de los hombres el desprecio
para esos seres huérfanos sin pan,
mi verso estalla fustigante y recio,
con olímpicas furias de huracán.
Águila altiva soy, y no gusano. . .
Mi verso no es rastrero, ni servil.
Jamás le canto yo a ningún tirano;
pues no transijo con el oro vil.
Yo sé cantar cuando el dolor me abate,
o cuando el amor mi pecho inflama.
Mas también es mi verso de combate,
cuando la circunstancia lo reclama.
Para el verdugo cruel, destilo acíbar
en mi estrofa colérica y ardiente.
En cambio, soy para la hermosa almíbar,
y elogio con mis rimas al valiente.
Adverso al humillante vasallaje,
nunca ante nadie inclino yo mi testa.
Los déspotas me encienden de coraje,
y es para ellos mi verso de protesta.
No es mi pluma la pluma envilecida
de aquellos que perdieron su decoro. . .
¡Sé trabajar para ganar la vida,
y mantengo el honor, que es mi tesoro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario