Según calcula mi padre,
yo he de llegar a doctor.
Opina en contra mi madre,
que quiere hacerme tenor.
Mis dos hermanas mayores
me quieren ver capellán;
mi abuelito, don Juan Flores,
me llama ya: general.
Ya tengo bien elegida
mi profesión ideal,
la de ganarme la vida
en dulce forma real.
¡Qué general ni doctor!
¡Qué sacerdote ni nada!
La profesión de mi amor,
la que a mí mucho me agrada,
la de mi anhelo mayor
y de mi amor bien sincero,
es la de ser gran señor,
un gran señor. . . ¡confitero!
No hay comentarios:
Publicar un comentario