Blando céfiro mueve sus alas,
Empapadas de fresco rocío:
De la noche el silencio sombrío
Algún ave se atreve a turbar.
Las estrellas, cual sueños se borran. . .
Sólo brilla magnífica una. . .
¡Es el astro del alba! La luna
ya desciende, durmiéndose, al mar.
Amanece: en la raya del cielo
Tenue brilla una cinta de plata,
Que, deshecha en flotante escarlata,
Esclarece la bóveda azul:
Y montañas y selvas y ríos
Y del campo la espléndida alfombre
Roto el negro capuz de la sombra,
lucen nieblas de cándido tul.
¡Es el día!. . . Los pájaros todos
lo saludan con arpa sonora,
y arboledas y cúspides dora
el intenso lejano arrebol.
El Oriente se incendia en colores. . .
Los colores en vívida lumbre. . .
¡Y por encima de la áspera cumbre
sale el disco inflamado del sol!
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