Paciente obrero, silencioso y sano,
anunciador de días venideros
desborda sin reparo en los senderos
el fresco manantial de tu alba mano.
No retrocedes ante el vulgo vano
ni temes a los hombres traicioneros,
que siendo los amores verdaderos
de un aletazo salvan el pantano.
Como soldado de la paz que crea,
con el soplo fecundo de la idea,
la bella oportunidad del porvenir.
Asciende sin cesar por la altura cumbre,
al vivo resplandor de aquella lumbre
buscando el nuevo sol que ha de surgir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario