decir en años pasados,
con susto o asombrado:
“¡Se me hizo el cuerpo chicó!”
Esa expresión genuina
en esos tiempos calientes
y hoy sería su equivalente
lo de ‘carne de gallina’.
Mas lo del cuerpo chicó
de que hablaban otrora
el señor o la señora,
nunca más se escuchó.
Chicó el cuerpo quedaba,
según muy bien se sabía,
a causa de una alegría
o por algo que asustaba.
Recuerdo que me quedé
completamente chicó
una vez que me acosó
-pidiéndome de una vez-,
que la llevara al altar,
una mujer patuleca,
casi calva, medio enteca,
mas con plata y un solar.
En casarme porfió
y hasta peló su escopeta;
salí volando en chancletas
y con el cuerpo chicó.
De mil ilusiones preso
empecé a arrastrar el ala
a una pelada no mala,
y quise robarle un beso.
No fue necesario el robo,
pues ella el beso me dio,
me puse entero chicó
y me inflé como un globo.
El tiempo lindo pasó,
quedan apenas recuerdos
y en medio de ellos me pierdo,
sintiendo el cuerpo chicó.
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