sábado, 28 de marzo de 2015

Domingo de Ramos

Llueven las palmas y los olivos

cubriendo el suelo completo

bajo el andar de un burrito

que a pesar de los gritos

avanza, dispuesto.



La mirada de su jinete,

mansa y penetrante,

conoce a quienes le cantan

vivas y alabanzas

con glorias exuberantes.



Mas conoce también

lo que habita en sus corazones

sabe de la traición,

sabe a crucifixión,

mas no busca razones.



Sabe, muy dentro de sí,

por ser Dios, por ser tal,

que ha de entregarse inocente

para salvar a toda la gente

y no les desea ningún mal.



Quizás lo más difícil

no fue ser Dios o persona,

sino ser la transición

que no admitía tribulación

para ser cordero que perdona.



Quizás lo más difícil

fue saber lo que iba a pasar

y que siglos después

aunque estemos a sus pies

muchos lo habrían de rechazar.



Pero aún así

burrito y jinete prosiguen

acercándose hacia el destino

que no tiene otro camino,

cruz de amor la que persigue.



Y aquel santo morirá

y sangrará por la humanidad,

cada clavo martillado,

cada miembro mutilado

será sol en la oscuridad.



Por eso, burrito y jinete

se adentran en mansa entrega,

conocen la sangre por correr

pero conocen el final también,

y la resurrección espera.



Cuando haya alcanzado al Padre

volverá con su gloria original,

con corona de rey,

con poder sobre el universo,

y con la misma humildad...



Arre burrito, lleva a Jesús

a morir por nosotros, a morir

en la cruz

para que esta Pascua una vez más

renazcamos con Él a una vida

de paz.

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