"Todo está cumplido, e inclinando la cabeza,
entregó su espíritu" (Jn. 19,30).
Lo mataron santones con poderes,
porque mostró a Dios, Padre muy cercano,
al prójimo, lo hizo nuestro hermano,
y al enemigo, objeto de quereres.
Lo mataron por dar sus pareceres,
porque tendió a la adúltera su mano,
porque, a la viuda, dióle el hijo sano,
y trató en igualdad, a las mujeres.
No entendieron ni oyeron su mensaje,
que Dios, Amor, está en y con nosotros,
donde reside y tiene su morada.
Con soberbia, rehusaron su lenguaje
y, en la cruz, lo callaron unos y otros,
más, vio su triunfo y tuvo su alborada.
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