Tu que en regiones ignoradas giras,
serpiente nacarada, bajo un cielo,
palio de lumbre, por do tiende el vuelo
la garza colosal;
río argentado que onduloso ciñes
vírgenes bosques, o en variadas tintas
sobre tu espejo con sus nubes pintas
el éter tropical.
Corres hoy arrastrando añosos troncos
que aún ostentan ropaje de esmeralda,
o ya a los juncos de la verde falda
arrancar tierna flor;
tu majestuosa soledad recrean
parleras aves de pintada pluma
que en ti retratan su elegancia suma
girando en derredor.
Es solemne el concierto de tus bosques
en el silencio de la noche, cuando
con grito melancólico turbando
la augusta soledad
el pájaro gemífero y el viento
en bonanza te aduermen deliciosa,
mientras el rayo de la luna hermosa
te da su claridad.
Caimán que invade la arenosa orilla,
blanco bufeo que rasgando el agua
el rumbo sigue de veloz piragua
o la hoja que cayó,
o ya algún tigre que a la opuesta margen
se lanza a nado con tranquila frente,
perturban la quietud de tu corriente
Que el hombre aún no turbó.
Hay de vida otro mundo que en ti duerme.
Mundo y vida de acción en la natura
con que a los hombres dispenso ventura
la mente de Jehová.
Rompa tu sueño secular el hombre;
tu margen pueble de ciudades bellas;
marque en tus bosques el vapor sus huellas,
Despierta Mamoré.
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