para la aridez de mi corazón,
un cerillo recién encendido
de amor fructífero,
de cariño caliente
e impecable.
Una cornisa
en días radiantes,
momentos oportunos
para dedicarle tiempo
a lo que más me gusta hacer, hablar contigo.
Cerraré por medio
de catarsis solubles,
la ranura de este corazón,
olvidando tantos
amoríos pasados,
para que no derrame
en nuestro amor
desbordante
esa borra que
a veces suele quedar.
Franz Illesca Orellana
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