martes, 11 de diciembre de 2012

El intruso

Delmira Agustini

Amor, la noche estaba trágica y sollozante

cuando tu llave de oro cantó en mi carradura;

luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,

tu forma fue una mancha de luz y de blancura.

Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;

bebieron en mi copa tus labios de frescura,

y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;

me encantó tu descaro, y adoré tu locura.

Y hoy río si tu ríes, y canto si tu cantas;

y si tu duermes, duermo como un perro a tus plantas.

Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera.

y tiemblo si tu mano toca la cerradura,

y bendigo la noche sollozante y oscura

que floreció en mi vida tu boca tempra-nera.

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