El conejo
Una llamarada blanca
devora el huerto
y flota como un fantasma.
Es sólo una nube
blanda,
que se arrastra por el suelo
Y lleva
adentro
dos estrellas coloradas.
Al dormir bajo una rosa,
las apaga
De improviso,
cruje el cristal de una rama.
Y el conejo,
se eleva sobre las matas,
volando con sus orejas
afelpadas . . .
El cisne
Canta el río
su canción
y en la canción hay un limpio
signo de interrogación.
Va de filo,
cual media luna delgada,
cortando el cordaje
de las aguas.
Es violín blanco
y dormido,
que lleva el arco
tendido . . .
Un horizonte de brasas
corta su perfil de hoz.
y vuela lanzando al agua
la blanca sombra de un 2.
El grillo bohemio
Se cuela en el buque el grillo romántico
con su violín negro debajo del brazo.
Y en una bodega pretende ocultarse,
porque el pobre artista no pagó pasaje.
De repente cae su violín rodando
y allí lo sorprenden los hombres del barco
-¡Es un polizón! . . . ¡Tírenlo a la mar! . . .
ruje el capitán.
Y el grillo le dice: -Respeta mi vida,
soy el Paganini de la gríllería.
Y pasando el arco por el violín negro,
le arranca un diluvio de dulces arpegios . . .
-Viaja, que el pasaje pagarás con música-
dice al fin el lobo de mar y de bruma
-Gracias capitán
llenaré de música el cielo y el mar.
Y desde aquel día viajan en los barcos
los grillos, tocando sus violines mágicos
La procesión
Van hacia un templo de vidrio
las hormigas de colores,
llevando banderas verdes
y farolines de flores.
Y también llevan un niño,
como una chispa de luna,
en un fanal cristalino,
que es una gota de lluvia.
Mariposa
Señorita
mariposa,
abanico que se agita
junto al rostro de una rosa.
Es un alegre pañuelo,
con el cual baila un enano
picaruelo
algún baile americano.
Es también una bandera
diminuta,
en la ruta
del viento de primavera.
Y se posa
en el libro de un chicuelo.
¡Qué ilustración más hermosa
que le ha caído del cielo! . . .
La yegua lírica
Una yegua dactilógrafa,
va escribiendo a cuatro patas,
en la cinta del camino
una carta sin palabras.
El guanaco
Un zigzagueo de líneas
cruza el paisaje serrano,
como si fuera la imagen
del viento del altiplano.
La jirafa
Lunareja, lunareja,
salpicada de luceros,
con las patas en la tierra
y la cabeza en el cielo . . .
El pavo
Un senador tartamudo
que se pone rojo de ira,
lanza furiosos discursos
a un congreso de gallinas.
El pato
Oficial de la marina,
anda en traje de parada,
con el uniforme blanco
y unas botas coloradas.
El gallo
Clava su grito de guerra,
como se clava un relámpago,
y el gallo es una bandera
que se agita sobre el rancho.
El buho
Sombra con ojos redondos,
lo mismo que dos espejos,
que reflejan en el fondo
todas las formas del miedo.
La golondrina
Una negrita turista
que lleva un pañuelo blanco
da clases de geografía
a los muchachos del campo.
El picaflor
Un diminuto cometa,
que gira sobre el vergel,
entre pintados planetas
llenos de aroma y de miel.
El zancudo
Es un punto con dos comas
y es una nota con patas,
un microbio con esquíes
y una aguja con dos alas.
La cigarra
Oculto en algún ramaje
un soldadito de vidrio,
dispara a los caminantes
su metralla de sonidos.
Lagartija
Enjoyado renacuajo
que se transforma en cometa
y que cruza por el campo,
lanzando chorros de estrellas . .
.
Cocodrilo
El pantano abre sus fauces
-roja boca del infierno-,
sobre los niños salvajes
que huyen como diablos negros.
El cangrejo
Explorador de tesoros
bajo las aguas del río.
perdió su brújula de oro
y anda sin norte ni tino
Los caracoles
Diminutos escolinos,
que cruzan en caravana
por los senderos floridos,
con su mochila en la espalda
La kantuta
E1 regio sol de los incas,
allá en los tiempos distantes,
convirtió a todas las ñustas
en vivas flores de sangre.
Y las flores se juntaron
en una hoguera fragante,
como un enjambre de estrellas,
girando sobre los aires.
Así nació la kantuta,
que hoy ilumina el paisaje,
como un volcán de rubíes,
en cada cerro del Ande.
El cacto
Sobre el peñasco desnudo,
vela,
como un centinela
el viejo cacto barbudo.
Apuntando al horizonte
con sus púas coloradas,
-sus espadas-,
punza la luna del monte.
Huye
la noche llena de heridas.
Y por su costado fluye
un mar de rosas ardidas.
Cuando la aurora clarea
sobre la dulce colina,
tiene el cacto en cada espina
una estrella que llamea . . .
Fucxias
Las niñas de caramelo
están bailando en el aire.
Con pollerines de estrellas,
riegan de chispas la tarde.
¡Ay, cómo suben danzando
las escalas musicales! . . .
Con zapatillas de oro,
con abanicos de sangre.
Sobre lunas de rocío
pisan y giran y caen.
Y se cuelgan de las barbas
del viejo sol de mi valle.
El espantapájaros
San Francisco disecado
predica a los pajarillos,
alzando al cielo los brazos:
“No robar ángeles míos”.
Árbol viejo
Llagado y adolorido
se inclina sobre la tierra,
lo mismo que un pobre Cristo
que lleva la cruz a cuestas.
La papa
Es una morena ojosa,
gordita como una chola,
vive en la tierra olorosa
y no gusta vivir sola.
Los higos
Negritos muertos de risa,
que se cuelgan de las ramas,
tienen rota la camisa
y muestran su panza blanca.
El hongo
Es la cúpula de un templo
donde dice misa un grillo,
que viste capuchón negro
y alza un cáliz de rocío.
Agua viviente
Estás dormida y sonríes
y a través de tu semblante
se ven los sueños que vives.
La lluvia
Viste su mandil a rayas
la mañanita olorosa
y a través de la ventana,
está regando las rosas.
Nevada
Enanos paracaidistas
que se descuelgan del cielo,
arrojan bombas de harina
sobre el paisaje de invierno
La noche
La noche es un piano negro
con su teclado de nácar,
que lo toca un pequeñuelo
asomado a la ventana.
La tierra
Mitad negra, mitad blanca,
la bolita gira y gira,
mientras grita una muchacha:
-¡Noche y día!. . ¡Noche y día! . . .
Otoño
Por obra de encantamiento
se han convertido las hojas
en bandadas de aves rojas,
que van volando en el viento
La quena
Es un pájaro cautivo,
que canta huayños en quechua
y va en las manos del indio,
gimiendo como una pena.
Niño indio
Pajarillo melodioso,
desde el filo de los cerros
con las alas de su poncho
quiere volar a los cielos.
La pluma
Avispa negra que canta,
volando sobre el papel,
que es un jardín de palabras
que han florecido sobre él.
La página escrita
Hormiguitas colegialas,
agarradas de la mano,
están haciendo gimnasia
en un estadio rayado.
El pintor
Quién pinta las mariposas
la rosa y el girasol
y las frutas olorosas?
¿Quién pinta todas las cosas?
El famoso pintor sol.
Lo suma infinita
Alguien suma blancas cifras
en la gran pizarra negra,
y se le rompe la tiza,
que cae como una estrella.
El mago
Soy un mago y al mirarme,
mi niña se vuelve pájaro.
Y entre trinos y aleteos,
sube, volando, a mis brazos.
La corrida
En un redondel de sol
torea una mariposa,
con su capa luminosa,
a un torito caracol.
La pelota
La luna cayó del cielo
sobre el patio de la escuela.
Y embriagados de contento,
los niños juegan con ella.
El caramelo
Es iris en miniatura
y es una estrella de miel.
Y es un niñito de azúcar,
con su capa de papel.
La caldera
Ensaya todos los gorjeos,
alzando al cielo el corvo pico,
como si fuera un mirlo negro,
sobre un rosal de fuego vivo.
Los tinteros
Voy pescando cada día
dibujos y pensamientos
en las aguas luminosas
del Mar Rojo y el Mar Muerto.
El erizo
Imán cargado de agujas,
torito con banderillas,
alfiletero gigante,
cardo brujo que camina . . ,
Hormigas
Por la puna congelada
las hormigas changadoras
van con su carga a la espalda,
como una fila de cholas.
El fósforo
Brota un clavel en el aire
como un penacho sangriento,
dura tan solo un instante
luego se esfuma en el viento.
Recreo
Es el patio, florido
de niños y alas,
una plaza de San Marcos,
llena de palomas blancas.
El mandil
Yo corté la luna blanca,
con la luna que corté
hice un mandil como el alba
y a la escuela voy con él.
Es tan limpio como un alma,
-un alma puesta al revés-
porque los niños llevamos
el alma sobre la piel.
La Tenaza
Ave doméstica y negra,
pariente del avestruz,
picoteando la madera
se traga clavos de luz.
El canastero
El serranito tierno
corta las barbas
del rojo sol abuelo
y hace canastas.
Y en ellas aprisiona
vivas estampas
de las embrujadoras
tierras collanas.
Y las cuelga de un palo
junto a su casa,
como un montón de globos
para las guaguas.
Y el alma de arco iris
de nuestra raza,
canta en esos faroles
de paja brava.
El avión de papel
Cruza el cielo del chiquillo
soñador,
relumbrando,
como un recorte de sol.
Y los monos pasajeros
que él pintó.
lanzan gritos y hacen gestos
y les salta el corazón.
La hormiga-piloto
grita por el alta-voz:
-¡Amarrarse las correas!
¡Atención! . . .
-¡Aterrizaje forzoso!
¡Santo Dios! . . .
Pero el avión aterriza
en la pista de una flor.
Capitán de chocolate
Capitán de chocolate,
basta ya.
Deja el bárbaro combate.
Déjalo.
Ven acá.
Has de tu tanque de guerra
un tractor.
Y ve sembrando la tierra,
que es mejor.
Sobre este campo labrado,
tú serás
un invencible soldado
de la paz.
Y honraré tu pecho amigo,
Capitán
con la cruz aurea del trigo
y la medalla del pan.
El molinete
Sobre el agua musical,
que canta como una lira,
el molino de cristal
gira y gira . . .
¡Cómo gozan en la charca
los pilluelos,
igual que sí chapotearan
en los cielos! . .
Y el alegre molinete
es un sistema solar,
con planetas de juguete,
como cuentas de collar.
Los niños en redondel,
ven que la luna en el charco,
va flotando como un barco
de papel . . .
Se queda cantando el agua,
como un montón de jilgueros
y el molino es una fragua
de luceros . . .
Mi sombra
¡Ay, este hermano siamés,
unido a mi
por los pies!
— ¡Que me dejes!
¡No te quiero! . .
Pero me sigue callado,
lo mismo que un perro negro.
Lo apedreo con estrellas
y lo lleno de agujeros,
lo llevo contra las rejas
y le rayo todo el cuerpo.
Pero me sigue los pasos,
como el alma del silencio.
Al filo de media noche
despierto . . .
Y está a mi lado
dormido mi hermano negro.
Del libro: “El Circo de Papel” Primera Edición.
Edita: Fanny Mendizábal de Alfaro
La Paz – Bolivia. 1970