Pues en casa o la vecina,
A un tranco de la cocina,
A la derecha o a la izquierda,
Estaba esa mole de palo,
Mal labrada, peor pulida,
Sin la cual no había comida,
Aunque tal vez de regalo.
Según algunos bocazas
El tacú solía parecer
A un cuerpo de mujer
Ochavada y mala traza,
Y lo peor, ¡no hay derecho!
Sin que excusa alguna valga,
También sin asomo de nalgas
Y desde luego… ¡de pechos!
Curvas sí, el tacú tenía,
Al igual que una cintura
Pero broncas y muy duras,
Ochavadas con porfía.
A la vez las curvaturas,
Tras que se acababa el día
Nadie quererlas decía
En su cama ni a oscuras.
Cual si fuese ser humano
El tan bronco armatoste,
Primo hermano de un poste,
Pues tenía -¡señor!- su mano.
Por “mano e tacú” conocida,
Una y hasta tres muchachas,
Casi siempre buenas fachas,
Efectuaban la molida,
Al mismo tiempo las tres
Sin que las tan duras “manos”
Dieran golparrones vanos
Ni siquiera media vez.
La gente de antes añora
Al viejo tacú y a su mano
Que hacían polvo a los granos
Mejor que las de hoy, licuadoras. (Sigue)
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