(Extraído del libro ¡Oh mi Oruro!)
En el ruedo de la Plaza del Folklore,
alrededor de las gradas del Templo del
Socavón,
explanando desde la Gran Cruz,
se realiza la esplendorosa exhibición
de miniaturas de barro, yeso, laterío,
retazos de tela, papel y plástico,
creando vestidos para muñecas,
casitas hermosas y autitos último modelo,
diablitos Lucifer, ositos peludos,
y chanchitos de alcancía;
desde luego las golosinas,
dulces de colores que rifan a granel,
"pasankalla" de granizo a montones,
lo mismo que bolsitas de arroz, azúcar,
y diversos comestibles, jabones y escobas.
Las infaltables tortas doradas de crema
o los pollitos indefensos sorteados al azar…
Todos contentos de cargar a sus casas,
llevando por la calle "Adolfo Mier"
y la Plaza Principal,
repletas de gente que sube y baja
al Calvario del Socavón…
al cerrar el día, a saborear un "api" caliente,
con pastel y queso frito
o buñuelo suave familiar
es la delicia de los domingos.
Desde el primero de noviembre,
Fundación de la ciudad de Oruro,
Al último día de Carnaval
que suele ser siempre,
en Febrero efemérides departamental,
cuando en las mañanitas
se come "rostros asaditos",
un manjar para el gusto y placer
del "quirquincho" trasnochador…
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