martes, 19 de febrero de 2013

Día claro y vacío

Por Juana de Ibarbourou


Sobre mis rodillas donde el vestido se ciñe

Como un nudo sedoso de negror argentado

Se abre el libro de láminas

Donde triunfan el oro y los tonos primarios.

Contra mi faz color de dátil

Echa el viento de la próxima noche

Los cabellos cortos y sombríos

Que tienen, bajo el tramonto, un joven reflejo de cobre.

La tarde se abre en caminos

Como una granada madura.

¿Por cuál de ellos llegará el sueño de hoy?

Cuando mis párpados se aquieten

Sobre las pupilas nocturnas?

Yo quiero un sueño que me compense de este día

Claro, vacío, monótono

Como si fuera hecho de loza limpia,

De loza blanca, sin una estría de azul o de rojo.

Día que yo quisiera tener entre las manos

Para hundirlo en un charco o mancharlo de polvo.

Yo necesito el sueño más loco.

Elegiría el que tuviese

Un gorro de titiritero

O la cara tatuada o fantástica.

El que tomándome de la mana

Me dejara de un salto en Sagitario o en Alfa.

Sobre el libro de estampas

Inclino mi faz color de dátil

Mientras el viento de la próxima tarde

Me pasa, por la nuca, sus dedos ágiles.

¡Ah, cómo le agradezco al viento llanero

Esta mentira de beso ávido

Que hace descender por mi espalda

El relámpago de un escalofrío olvidado!

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