Tanto por ti he llorado
tanto, tanto,
que te has identificado
con la sal de mis lágrimas.
Ya no puedo llorar de cosa alguna
sin que tu vengas a mis ojos.
Si de ternura o duda
y hasta si lloro de alegría
o sin motivo,
en la sal de mis lágrimas,
tú siempre estás presente.
En la hebra de hilo,
en la página abierta,
sobre la almohada huérfana,
a veces caen mis lágrimas,
–¡te juro, sin motivo!–
Y siento como si tu pelo
rozara mis pestañas.
Yo quiero estar a solas
con el amor de hoy día.
¡Y tú presente siempre!
¡Libérame por Dios!
Sal de la Sal de mis lágrimas.
Ya nunca pienso en ti.
Ya no te quiero.
Sal de la sal de mis lágrimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario