Lo tranquilo
se desplaza
calmo
en la petulancia
de las horas
zarabandas breves
amparadas por el viento
caracoleadas
por la lenta
brisa blanda
o el sonoro bostezo
del sol
apoyado
en un
planeta inmóvil.
Lo tranquilo
contempla
el templo
plúmbeo
de los recuerdos
sombríos.
Se bambolea
calculando
lentas venganzas.
Espera paciente
que lleguen
los días
del saludo
final.
Lo tranquilo
tranquilo parece
aunque espere siempre
que alguna cosa empiece.
Bahía de San Salvador, Brasil.
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