Carlos Ramiro Ruiz Ávila.
Ya estás Jesús
bajo el timboy umbroso
de tu Chaco natal, invulnerablemente,
sentado de cuclillas
pitando una “chala”, pensativo
con “Ariyuri” y tu amigo “Curinda”,
ojo de zorro, conocedor del diablo
y las hurinas huidizas
del recuerdo,
las tumbas de soldados y, las ocultas
picadas del monte huraño,
el urundel coposo donde tus sueños
se anidaron y se enredó
tu infancia, cobijaran tu corazón
en el arisco bosque
que te cantó en el monte
tus recuerdos.
El surazo y el agua de los
pozos ocultos,
el olor de la guerra,
la sangre derramada en la flor
roja de las carahuatas.
Cebando un mate con la mágica
dulzura del silencio.
Ya estás Jesús donde estuviste siempre,
repitiendo tu historia
en el violín de Blas, y la heroica guitarra
de Macario, en la tristeza y soledad
del Pilcomayo
la noche llevará
tu voz y tu presencia
por Aguairenda, “Crevo”,
Itacuatia, Palo Marcado.
Ya no estarás, Jesús tan exiliado
te quedaras guardando tu memoria
para siempre en tu sencillo corazón
de provinciano universal
en el inmenso Chaco.
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