Cuál sutil efluvio de sapiencia
cunde en el aula
esas ansias de forjar
nuevos hombres.
Niñas y niños
con avidez de nuevos conocimientos,
encuentran calidez en su maestro
fuente de nobles sentimientos.
Muy sagaz en esquivar
urgentes llamados de reposo,
pues su templada voluntad
le hacía más vigoroso.
De afán permanente por transmitir
de la ciencia sus verdades
con paciencia a caudales
del maestro es su vivir.
Y tras ese largo transcurrir
en su cotidiano templo del saber
de sus alumnos con amor y
en unicidad del pensamiento
le place oír, con serena satisfacción,
¡deber cumplido, querido maestro!
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