De: Julián de Casal
No fuiste una mujer, sino una santa
que murió de dar vida a un desdichado,
pues salí de tu seno delicado
como sale una espina de una planta.
Hoy que tu dulce imagen se levanta
del fondo de mi lóbrego pasado
el llanto está a mis ojos asomado
los sollozos comprimen mi garganta.
Y aunque yazgas trocada es polvo yerto,
sin ofrecerme bienhechor arrimo,
como quiere que estés, siempre te adoro.
Porque me dice el corazón que has muerto
por no oírme gemir, como ahora gimo
por no oírme llorar, como ahora lloro.
Invocación a la madre
De: Antonio José de Sainz
De nuestra madre el cariño,
es un efluvio de aroma,
una sonrisa de niño
un arrullo de paloma.
Tengamos en nuestra madre
el alma y los ojos fijos;
que el desamor no taladre
el cariño de los hijos.
Besemos su dulce frente
con santa veneración,
pues ese beso ferviente
nos alivia el corazón.
Cuando nos besa y atrae
con ternura y emoción,
su beso es perla que cae
al fondo del corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario