Ya por fin cesó la lucha
y libre, feliz me siento,
ya de paz sólo el acento
por dondequiera se escucha.
Quince años de horrible guerra
por la libertad querida,
¡Oh cuánta sangre vertida,
en quiebras, llanos y sierras!...
¡Con cuánta sangre la historia
de mi nacer está escrita!
Mas hoy, la voz maldita de
¡guerra!, sigue a la gloria.
Pues mi angustia tocó al fin
y hoy feliz, independiente,
ostento ornada mi frente
con los lauros de Junín.
Y resplandece mi cielo,
cual sol, cuyo brillo encanta,
de Sucre la gloria santa,
que hace inmortal a este suelo.
Bolívar me dio su nombre
y Sucre su corazón,
es el iris mi pendón.
Soy, ¡Bolivia, no os asombre!
Venid hijas de mi amor,
hijas de mi diadema;
venid aquí como emblema
de riqueza y de valor.
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