que lo que mejor hacía
de noche y también de día
era traer al mundo hijos.
De legítimos y achacados
eran más de una docena
y de ese tumulto, una nena,
saldo machos o amachados,
Era gringo de verdad,
Alto y fuerte como un toro,
Hablaba tanto como un loro
aunque con dificultad.
Casó con mujer criolla
de la que este halago hacía:
-lo que de ella me atraía
era su olor a cebollas-.
Era muy trabajador
mas se daba mucho el caso
de salir sin más, al paso,
con “me gusta hacer amor”.
Y según hoy se comenta
tal verdad era verdadera
pues no faltó quien lo viera
a picos con su sirvienta.
-Me gusta esta tierra y punto
llegó el Gringo a confesar,
hombre y mujer para empezar
y luego todo el conjunto.
-Todo me cae muy grato
en esta tierra en que hoy vivo
brincoteando como chivo
y con mi perro y mi gato.
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