sábado, 22 de octubre de 2011

El poema

Me arrodillé para orar
pero no por mucho tiempo, tenía mucho que hacer.
Tenía que apurarme
para llegar a mi trabajo.
Pronto tendría
que pagar cuentas.
Así que me arrodillé,
oré apresuradamente
y partí.
Sentí que
ya había cumplido
con mi deber cristiano.
Mi alma podía descansar.
Durante todo el día
no tuve tiempo
para diseminar
una palabra de alegría.
No tuve tiempo
para hablar de Cristo
a mis amigos;
Temía que se mofaran de mí. No tuve tiempo;
demasiado por hacer,
ese era mi lamento constante, No tuve tiempo
para dar de mí a almas
con necesidades.
Al final llegó la hora de morir.
Me presenté ante el Señor.
En sus manos,
Dios sostenía un libro;
era el Libro de la Vida.
Dios leyó el libro y dijo:
No puedo encontrar
tu nombre;
recuerdo que una vez
lo iba a escribir...
pero nunca lo hice
¡porque no tuve tiempo!
Anónimo

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