las horas que se van.
Las horas que, seguro,
nunca, nunca volverán...
Horas buenas, horas malas,
¡qué diferentes que son!
Es cuando el tiempo resbala
y se prende al corazón.
Horas malas, ni lo duden,
parecen nunca acabar.
Y, muchas veces impiden,
que uno pueda pensar.
Eternas, así parecen,
pues angustias pueden dar,
estremecen el alma.
Las buenas, ¡que lindas son!
Pasan casi sin sentir,
consuelan el corazón
y dan ganas de vivir.
Horas de ayer, ya no existen.
Horas de hoy, que aquí están.
son partes de mi vida,
pero nunca volverán...
Daia Balbao de Fleig
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