creo el izquierdo,
pero no era nada lerdo
según les contaré.
Su oficio, peluquero,
igual que el padre y el abuelo;
“¡yo le he tomado el pelo
al mundo entero!”,
Decía en voz baja
a quien oír quisiera
y chasqueaba las tijeras
o el aire cortaba con navaja.
“Fue mi creación,
-afirmó haciendo alarde
en una bochornosa tarde-,
el corte a la garçon,
También el Firpo o el cepillo,
el cola de pato
que no se usa hace rato
y el flequillo.”
No era casado
pero tenía tendal de hijos
y vivía de fijo,
en calidad de amancebado
Con una patuleca
que además de ahombrada
era fea como una patada
y para colmo chueca.
La patuleca,
en el diario vivir,
lo celaba a morir
con una chuchumeca.
Un día sorprendió
al pillo peluquero
con la chuchumeca en cueros,
y sin pensarlo le brincó.
“¡Momento!, gritó acesando,
¡no es lo que creés!,
¿o acaso es que no ves
que la estoy peinando?”
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